Las sala expositivas, en planta primera y segunda, se organizan alrededor de un doble anillo: el exterior, en la faja perimetral abierta hacia la ciudad, hospeda el recorrido de la exposición permanente, mientras que el interior, asomándose al espacio central del patio, define el recorrido de las exposiciones temporales.
A lo largo del recorrido expositivo se encuentran – en planta primera – la tienda y la cafetería del Museo que se asoman a la Plaza de los Bandos, y en planta segunda las salas de proyección.
Las salas para las exposiciones temporales están equipadas por paneles móviles y estructuras fijas integradas al sistema de sujeción de la caja hueca suspendida.
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A la idea primaria del cubo, y a la sensación de estabilidad que deriva de el, se contrapone la búsqueda de una geometría diagonal que corta con planos de sección, paralelos entre ellos y ortogonales a la dirección de los rayos del sol, el cajón metálico vacío suspendido sobre el patio.
El patio, así configurado, se caracteriza por la presencia de este nuevo elemento que obliga a la percepción a través de un sistema de hendiduras e intersticios, fragmentando la originaria integridad visiva del espacio interior.
La piel del bastidor metálico delimita el corazón del espacio para las exposiciones temporales, espacio complejo apto para acontecimientos y estrenos.
El diafragma entre el bastidor metálico y la preexistencia, conjuntamente a su función expositiva, sirve para captar la luz solar y favorecer la ventilación natural.
Las salas para la exposición permanente se identifican inmediatamente desde el exterior del edificio por el contraste cromático entre la piedra franca de la fachada del Banco de España y el color elegido para los espacios interiores.
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A la idea primaria del cubo, y a la sensación de estabilidad que deriva de el, se contrapone la búsqueda de una geometría diagonal que corta con planos de sección, paralelos entre ellos y ortogonales a la dirección de los rayos del sol, el cajón metálico vacío suspendido sobre el patio.